miércoles, 26 de diciembre de 2007

¿Jesus, Caviar Moderno?

Leyendo los Principales diarios del pais, y claro que no dejo de leer "el correo", lei como siempre la columna de Aldo Mareategui (director del mencionado diario), me resulto muy preciso e irreverente su comentario y sobre todo muy bueno





Por allí he leído la sugerente tesis de que Jesús sería “caviar” de vivir hoy en día. Permítome especular cordialmente sobre ella, sin ánimo de incordiar y de comenzarla otra vez con el autor. Que la tome de buena guisa y que esto sirva también para que un siempre perplejo libretista televisivo populistoide entienda qué es un “caviar”. La verdad, no me imagino a Jesús como un ex comunista cincuentón (y otrora adolescente cucufato) chambeando en una ONG financiada por el Imperio actual o por culposos “progres europeos”, ganando en euros, con la foto de Danielle Mitterrand o Noam Chomsky o Stiglitz en la oficina abrazándolo, haciendo “business” con los derechos humanos y la ecología, manejando una 4x4, cenando en “La Gloria”, desayunando en “La Baguette”, almorzando en “Pescados Capitales”, perorando sin rodeos en algún programa caviar por cable, escribiendo largas tonteras en las revistas oenegeras, hablando por rojas radios jesuitas en provincias, metiéndole latigazos no a los mercaderes del templo sino a los comuneros que no quieran votar en contra de un proyecto de desarrollo minero, coqueteando con Chavez y Evo, juergueando en el Jazz Zone con alguna “Susy”, yendo al estadio con algún “Balo” y emborrachándose con algún “Toño” poético, con una columna en algún diario numérico, recibiendo algún premio de esos que se dan entre ellos, patrocinando causas de familiares en la Corte Interamericana a través del Congreso como asesor (y cobrando encima honorarios por éxito), tratando de olvidar las suculentas consultorías que alguna vez hizo para el gobierno de Fujimori, usufructuando becas yanquis, viviendo en una casona en Barranco o un lindo “depa” en Miraflores, veraneando en Bujama o en Costa del Sol como alguna sexy y madura conductora feminista por cable (pero criticando que las playas del Km 100 sean cerradas), ganando harta plata en la Bolsa como algún Pedro (al mismo tiempo que critica la minería y las exenciones fiscales bursátiles como éste), acudiendo a la consulta de Coqui o de Max, pagando el Markham a sus hijos (¡ya el Franco se choleó!), metiéndose cuernos entre amigos a la francesa, buscando siempre sacarle dinero al Estado a través de asesorías, visitando a “Chachi” en la librería para rajar de los “fascistas”, escribiendo “poemas” como “Sacha sacha, chimi, chimi” y siendo elogiado por algún Abelardo, lavándole el cerebro a los jueces en caros talleres con su ONG, ocupando eternamente un suculento puesto directivo o académico en una capturada universidad (sin pagarle gratificaciones a los obreros), haciéndole cachuelos a Allan en Defensa, rejuveneciendo un antiaprismo juvenil, citando constantemente a Flores Galindo y Arguedas, disculpando al MRTA, metiendo a toda La Sagrada Familia a trabajar en la CVR, generando sesudos libros como La papa y la conquista: un atrevido enfoque sobre los circuitos de la economía campesina en Vischongo alto y el racismo limeño actual. No, no lo veo de “caviar

jueves, 20 de diciembre de 2007

¿Simpatía por el diablo?

Me dice una experta que quien escribe “Blog” debería, en ciertos casos, tratar de sí mismo. Y aunque no creo que yo mismo sea un tema interesante, intentaré hacer caso de mi excelente asesora contándoles que mis ideas sobre el funcionamiento de la sociedad humana, las adquirí en el colegio y el liceo, mediante la observación de lo que ocurre en recreos y pasillos, con y sin intervención de los maestros y profesores. Reflexionando sobre lo que veía –y en lo que participaba– pronto entendí del gobierno, que no es más que un monopolio de la fuerza, que también se origina por la fuerza, pero se sostiene por la paradoja de ser preferible a la anarquía. Que las normas positivas, impuestas por un poder ilimitado, son generalmente opresivas, frecuentemente insufribles, y siempre incapaces de lograr sus declarados objetivos. –logrando con frecuencia los contrarios– Que la propiedad privada, y su intercambio lucrativo, es consustancial con la naturaleza humana; y que atacar las primeras es destruir la segunda. Del como se puede aprender eso en recreos y pasillos, es algo sobre lo que tendré que escribir algún día.Claro esta; aquello llegó a hacerme pensar que sufría yo un grabe caso de simpatía por el diablo. Tanto oí desde las cátedras y los pulpitos, la política y la prensa, que el capitalismo era malo, y el socialismo bueno. Que sinceramente traté, sin éxito, en mi adolescencia de pasarme al lado bueno. Pues, fue entonces cuando comencé a notar, que mis conclusiones, sobre el mundo que me rodeaba, parecían conducirme al otro lado; aquel que me decían, era el malo. Mientras más me esforzaba en entender el marxismo, el socialismo cristiano, la socialdemocracia, o cualquiera versión del supuesto lado bueno. Menos sentido le encontraba, más contradicciones le veía; y más absurdo me parecía lo que sus máximos exponentes intelectuales afirmaban. Todo aquel asunto del valor trabajo y la plusvalía, que otros abrazaban tan tranquilamente, seguían atravesándoseme con que, lo que se decía ahí, era que si todos dedicábamos el mismo tiempo, y llenábamos el mismo número de hojas, debíamos tener entonces todos la misma nota, en el mismo examen. Intentarlo me parecía absurdo, además de destructivo. Y en última instancia, imposible de realizar. Pero sobre todo profundamente injusto. Digamos que todos tenemos la misma nota, porque todos trabajamos igual, ya que eso es supuestamente lo justo ¿Y como demonios se calcula entonces cual es la nota que todos obtuvimos? Ninguna respuesta era justa. ¿Cómo podía ser justo lo que conduce a la injusticia? Para colmo, los supuestos malvados me parecían, con demasiada frecuencia, gentes decentes y trabajadoras. Y los supuestos héroes, unos envidiosos vagos e incapaces, royendo la miseria de su propia impotencia; cuando no unos sinvergüenzas que hacían del poder su comercio, y de la arbitrariedad su Ley. Aquello no tenía el menor sentido. Con 19 años, y tras haber leído desde El Capital hasta la encíclica Populorum Progresium, finalmente me rendí. Yo era liberal, y lo había sido, irremediablemente, desde que comencé a ejercitar seriamente el uso de la razón. Mis primeras conclusiones del colegio sobre la naturaleza del hombre, la sociedad y el comercio eran la base de mis ideas. Y nada de lo que intentará lograría cambiar eso. El barniz de marxismo –o de cualquier socialismo– con el que intentara taparlo, se me descascararía mucho más rápido de lo que podía aplicármelo. Es más, mientras más intentaba alejarme de mis primeras conclusiones, más me afirmaba en ellas; al punto de irlas ampliando y desarrollando, casi en contra de mi voluntad. Asumido entonces ese hecho inevitable de ser liberal; dejé de buscar lo contrario, para tratar de entender, en sus grandes exponentes intelectuales, aquello que parecía perseguirme desde dentro. Y lentamente pude irme reencontrado –con enorme satisfacción y autentico placer– con mis propias ideas; sólo que mucho mejor desarrolladas, por quienes las habían pensado mucho antes, y con otras que totalmente nuevas para mí, así como con una visión de un pensamiento vivo en el tiempo, pues desde Smith hasta Hayek es mucho lo que evolucionó el pensamiento liberal, tanto que fue poco excepto sus extraordinarias intuiciones lo que quedó de los clásicos realmente en pie. Estudiando las fuentes incluso se llega eventualmente a entender que un siglo antes de La Riqueza de Las Naciones ya se habían encontrado –y olvidado– las soluciones al callejón sin salida de la teoría del valor clásica. Pero lo importante, a título personal, que no tardé en comprender fue que simpatía por el diablo, no era lo que había tenido al principio. Era aquel conjunto de sandeces, llamado socialismo, que explotando la envidia y la ignorancia de los más, conducen al vicio de la ilimitada arrogancia de los menos al poder; para crear así, no el paraíso que prometían, sino el más completo y dantesco infierno en la tierra.
por : Guillermo Rodríguez González
Doctor en Ciencias Económicas, Directivo Nacional del movimiento liberal Resistencia Civil y director del semario web TercerPolo en Caracas / Venezuela

domingo, 16 de diciembre de 2007

" EL MARXISMO ES UNA ESPECIE DE ALQUIMIA "

Invitado por la UPC, el sociólogo argentino Carlos Sabino nos visitó para presentar su libro autobiográfico Todos nos equivocamos. Los errores del pensamiento socialista. En esta entrevista nos explica por qué abandonó el marxismo para convertirse en un fiel creyente de la libertad.
Correo: ¿Su último libro, más que una autobiografía, es el relato de una jornada intelectual?

Carlos Sabino: Es correcto. Es una jornada casi circular. En cierta manera borgiana. Siempre me gustó la consistencia lógica de los planteamientos y nunca me detuve en etapas intermedias. Por eso, dentro de esa izquierda que flotaba a fines de los cincuenta en Argentina, opté por el marxismo directamente. De esa posición de extrema izquierda, después de muchos experimentos, vivencias y lecturas, fui abandonando las falacias del marxismo, hasta que encontré un santuario en el pensamiento liberal clásico.

C: ¿Por qué comenzó su aventura desde la orilla del marxismo?

CS: Mirá, todos los jóvenes descubren que hay cosas malas en este mundo y sueñan con cambiarlas. Además, quieren que ese cambio sea rápido y profundo, para que su propia generación lo disfrute. Ese es el atractivo principal del marxismo, que te proporciona, aparentemente, una herramienta científica para cambiar todo rápidamente y para mejor. Es como una especie de alquimia.

C: ¿La experiencia clave que determinó esa ruptura con el marxismo fue el gobierno de Salvador Allende?

CS: Esa fue una experiencia que me marcó profundamente. Por un lado el tema de la carestía. Tener que hacer cola para comprar hasta el papel higiénico es una situación denigrante. En ese sentido era un capitalista práctico…

C: ¿Eso se solucionaba mudándose a otro país?

CS: Es cierto y por eso me trasladé al Perú de Velasco Alvarado. Pero el otro tema que me marcó fue constatar la emergencia de una clase dominante nueva conformada por una casta de funcionarios, la mayoría totalmente incapaces, pero leales y fieles al partido y con una gran “virtud”, la de decir sí a todo. El sector público, comandado por esta casta, se termina apropiando del poder y en realidad hacían lo mismo que la vieja burguesía o incluso peor. Esa contradicción me llevó a revisar las obras de Marx, para terminar descubriendo que todo ese rollo de la lucha de clases no tiene ningún rigor científico, ni sociológico ni económico.

C: ¿Su conversión al liberalismo fue consecuencia de un aburguesamiento?

CS: No. Mi aburguesamiento fue anterior. Yo llego a Venezuela porque buscaba vivir en un país capitalista. Lo otro, ya lo sabía bien, era un infierno. La parte teórica me cuesta reconstruirla porque todavía seguía pensando como marxista…

C: ¿Por su formación sociológica?

CS: No. Era una tara de la educación en general. En todas las universidades la línea ideológica era la misma y estaba basada en la teoría de la dependencia. Somos pobres porque otros son ricos. Sólo cuando descubro a autores como Adam Smith, Hayek o Friedman encuentro las herramientas que me permiten romper con ese lastre ideológico de la juventud.

C: ¿A qué herramientas se refiere?

CS: Una mejor y más realista explicación de lo que pasa en la vida social, que no es la historia de la lucha de clases. Es como que voy un paso atrás hasta encontrar el punto donde Marx comienza sus desvaríos económicos y que explican su única constante, el fracaso. Además, esa pulsión anarcoide que me había sensibilizado contra el poder del Estado sobre el individuo, me permite dar ese salto.

C: ¿El liberalismo es una forma de anarquismo?

CS: De una ideología a otra siempre hay puentes, pero el liberalismo no mide al Estado desde una perspectiva cuantitativa. Lo que le interesa es que funcione y no que estorbe. Por eso propugna que se concentre en las funciones que le son inherentes.

C: Habiéndose establecido en un país libre y capitalista como la Venezuela de los setenta, ¿qué se siente ahora vivir bajo el yugo chavista?

CS: Es muy triste ver cómo se repiten los mismos errores e incluso, desde un punto de vista intelectual, degradados. Si bien creo que Allende también buscaba imponer un socialismo totalitario, era un hombre que había leído y luchado en política lealmente durante muchos años...

C: Bueno, Chávez también aceptó su reciente derrota lealmente…

CS: Chávez comienza su carrera con noventa cadáveres sobre sus espaldas. Es el arquetipo del gorila y eso es lo que lamentablemente una parte de la izquierda apoya en él. Esta última derrota no la aceptó gallardamente. Los militares tuvieron que decirle que no saldrían a reprimir a la gente si concretaba su intento de fraude para que entrara en razón. Luego quiso jugar la carta de demócrata, pero le duró menos de 48 horas

C: ¿Esta derrota de Chávez es tan sólo un percance?

CS: Como dijo Winston Churchill luego de la derrota de los nazis en el Norte de Africa, no es el principio del fin, pero sí el fin del principio. Invitado por la UPC, el sociólogo argentino Carlos Sabino nos visitó para presentar su libro autobiográfico Todos nos equivocamos. Los errores del pensamiento socialista. En esta entrevista nos explica por qué abandonó el marxismo para convertirse en un fiel creyente de la libertad.
Correo: ¿Su último libro, más que una autobiografía, es el relato de una jornada intelectual?

Carlos Sabino: Es correcto. Es una jornada casi circular. En cierta manera borgiana. Siempre me gustó la consistencia lógica de los planteamientos y nunca me detuve en etapas intermedias. Por eso, dentro de esa izquierda que flotaba a fines de los cincuenta en Argentina, opté por el marxismo directamente. De esa posición de extrema izquierda, después de muchos experimentos, vivencias y lecturas, fui abandonando las falacias del marxismo, hasta que encontré un santuario en el pensamiento liberal clásico.

C: ¿Por qué comenzó su aventura desde la orilla del marxismo?

CS: Mirá, todos los jóvenes descubren que hay cosas malas en este mundo y sueñan con cambiarlas. Además, quieren que ese cambio sea rápido y profundo, para que su propia generación lo disfrute. Ese es el atractivo principal del marxismo, que te proporciona, aparentemente, una herramienta científica para cambiar todo rápidamente y para mejor. Es como una especie de alquimia.

C: ¿La experiencia clave que determinó esa ruptura con el marxismo fue el gobierno de Salvador Allende?

CS: Esa fue una experiencia que me marcó profundamente. Por un lado el tema de la carestía. Tener que hacer cola para comprar hasta el papel higiénico es una situación denigrante. En ese sentido era un capitalista práctico…

C: ¿Eso se solucionaba mudándose a otro país?

CS: Es cierto y por eso me trasladé al Perú de Velasco Alvarado. Pero el otro tema que me marcó fue constatar la emergencia de una clase dominante nueva conformada por una casta de funcionarios, la mayoría totalmente incapaces, pero leales y fieles al partido y con una gran “virtud”, la de decir sí a todo. El sector público, comandado por esta casta, se termina apropiando del poder y en realidad hacían lo mismo que la vieja burguesía o incluso peor. Esa contradicción me llevó a revisar las obras de Marx, para terminar descubriendo que todo ese rollo de la lucha de clases no tiene ningún rigor científico, ni sociológico ni económico.

C: ¿Su conversión al liberalismo fue consecuencia de un aburguesamiento?

CS: No. Mi aburguesamiento fue anterior. Yo llego a Venezuela porque buscaba vivir en un país capitalista. Lo otro, ya lo sabía bien, era un infierno. La parte teórica me cuesta reconstruirla porque todavía seguía pensando como marxista…

C: ¿Por su formación sociológica?

CS: No. Era una tara de la educación en general. En todas las universidades la línea ideológica era la misma y estaba basada en la teoría de la dependencia. Somos pobres porque otros son ricos. Sólo cuando descubro a autores como Adam Smith, Hayek o Friedman encuentro las herramientas que me permiten romper con ese lastre ideológico de la juventud.

C: ¿A qué herramientas se refiere?

CS: Una mejor y más realista explicación de lo que pasa en la vida social, que no es la historia de la lucha de clases. Es como que voy un paso atrás hasta encontrar el punto donde Marx comienza sus desvaríos económicos y que explican su única constante, el fracaso. Además, esa pulsión anarcoide que me había sensibilizado contra el poder del Estado sobre el individuo, me permite dar ese salto.

C: ¿El liberalismo es una forma de anarquismo?

CS: De una ideología a otra siempre hay puentes, pero el liberalismo no mide al Estado desde una perspectiva cuantitativa. Lo que le interesa es que funcione y no que estorbe. Por eso propugna que se concentre en las funciones que le son inherentes.

C: Habiéndose establecido en un país libre y capitalista como la Venezuela de los setenta, ¿qué se siente ahora vivir bajo el yugo chavista?

CS: Es muy triste ver cómo se repiten los mismos errores e incluso, desde un punto de vista intelectual, degradados. Si bien creo que Allende también buscaba imponer un socialismo totalitario, era un hombre que había leído y luchado en política lealmente durante muchos años...

C: Bueno, Chávez también aceptó su reciente derrota lealmente…

CS: Chávez comienza su carrera con noventa cadáveres sobre sus espaldas. Es el arquetipo del gorila y eso es lo que lamentablemente una parte de la izquierda apoya en él. Esta última derrota no la aceptó gallardamente. Los militares tuvieron que decirle que no saldrían a reprimir a la gente si concretaba su intento de fraude para que entrara en razón. Luego quiso jugar la carta de demócrata, pero le duró menos de 48 horas

C: ¿Esta derrota de Chávez es tan sólo un percance?

CS: Como dijo Winston Churchill luego de la derrota de los nazis en el Norte de Africa, no es el principio del fin, pero sí el fin del principio. Invitado por la UPC, el sociólogo argentino Carlos Sabino nos visitó para presentar su libro autobiográfico Todos nos equivocamos. Los errores del pensamiento socialista. En esta entrevista nos explica por qué abandonó el marxismo para convertirse en un fiel creyente de la libertad.

Correo: ¿Su último libro, más que una autobiografía, es el relato de una jornada intelectual?

Carlos Sabino: Es correcto. Es una jornada casi circular. En cierta manera borgiana. Siempre me gustó la consistencia lógica de los planteamientos y nunca me detuve en etapas intermedias. Por eso, dentro de esa izquierda que flotaba a fines de los cincuenta en Argentina, opté por el marxismo directamente. De esa posición de extrema izquierda, después de muchos experimentos, vivencias y lecturas, fui abandonando las falacias del marxismo, hasta que encontré un santuario en el pensamiento liberal clásico.

C: ¿Por qué comenzó su aventura desde la orilla del marxismo?

CS: Mirá, todos los jóvenes descubren que hay cosas malas en este mundo y sueñan con cambiarlas. Además, quieren que ese cambio sea rápido y profundo, para que su propia generación lo disfrute. Ese es el atractivo principal del marxismo, que te proporciona, aparentemente, una herramienta científica para cambiar todo rápidamente y para mejor. Es como una especie de alquimia.

C: ¿La experiencia clave que determinó esa ruptura con el marxismo fue el gobierno de Salvador Allende?

CS: Esa fue una experiencia que me marcó profundamente. Por un lado el tema de la carestía. Tener que hacer cola para comprar hasta el papel higiénico es una situación denigrante. En ese sentido era un capitalista práctico…

C: ¿Eso se solucionaba mudándose a otro país?

CS: Es cierto y por eso me trasladé al Perú de Velasco Alvarado. Pero el otro tema que me marcó fue constatar la emergencia de una clase dominante nueva conformada por una casta de funcionarios, la mayoría totalmente incapaces, pero leales y fieles al partido y con una gran “virtud”, la de decir sí a todo. El sector público, comandado por esta casta, se termina apropiando del poder y en realidad hacían lo mismo que la vieja burguesía o incluso peor. Esa contradicción me llevó a revisar las obras de Marx, para terminar descubriendo que todo ese rollo de la lucha de clases no tiene ningún rigor científico, ni sociológico ni económico.

C: ¿Su conversión al liberalismo fue consecuencia de un aburguesamiento?

CS: No. Mi aburguesamiento fue anterior. Yo llego a Venezuela porque buscaba vivir en un país capitalista. Lo otro, ya lo sabía bien, era un infierno. La parte teórica me cuesta reconstruirla porque todavía seguía pensando como marxista…

C: ¿Por su formación sociológica?

CS: No. Era una tara de la educación en general. En todas las universidades la línea ideológica era la misma y estaba basada en la teoría de la dependencia. Somos pobres porque otros son ricos. Sólo cuando descubro a autores como Adam Smith, Hayek o Friedman encuentro las herramientas que me permiten romper con ese lastre ideológico de la juventud.

C: ¿A qué herramientas se refiere?

CS: Una mejor y más realista explicación de lo que pasa en la vida social, que no es la historia de la lucha de clases. Es como que voy un paso atrás hasta encontrar el punto donde Marx comienza sus desvaríos económicos y que explican su única constante, el fracaso. Además, esa pulsión anarcoide que me había sensibilizado contra el poder del Estado sobre el individuo, me permite dar ese salto.

C: ¿El liberalismo es una forma de anarquismo?

CS: De una ideología a otra siempre hay puentes, pero el liberalismo no mide al Estado desde una perspectiva cuantitativa. Lo que le interesa es que funcione y no que estorbe. Por eso propugna que se concentre en las funciones que le son inherentes.

C: Habiéndose establecido en un país libre y capitalista como la Venezuela de los setenta, ¿qué se siente ahora vivir bajo el yugo chavista?

CS: Es muy triste ver cómo se repiten los mismos errores e incluso, desde un punto de vista intelectual, degradados. Si bien creo que Allende también buscaba imponer un socialismo totalitario, era un hombre que había leído y luchado en política lealmente durante muchos años...

C: Bueno, Chávez también aceptó su reciente derrota lealmente…

CS: Chávez comienza su carrera con noventa cadáveres sobre sus espaldas. Es el arquetipo del gorila y eso es lo que lamentablemente una parte de la izquierda apoya en él. Esta última derrota no la aceptó gallardamente. Los militares tuvieron que decirle que no saldrían a reprimir a la gente si concretaba su intento de fraude para que entrara en razón. Luego quiso jugar la carta de demócrata, pero le duró menos de 48 horas

C: ¿Esta derrota de Chávez es tan sólo un percance?

CS: Como dijo Winston Churchill luego de la derrota de los nazis en el Norte de Africa, no es el principio del fin, pero sí el fin del principio.

Del Diario CORREO :Lima 16 de Diciembre del 2007 :: Año: XXI :: Edición: 9999

lunes, 3 de diciembre de 2007

Pueblo Venezolano a Chavez: por que NO te callas!!


hoy desperte con la agradable noticia de que el " NO" gano en el referendum de venzuela si bien las cifras de diferencia son minimas del uno del otro, es una gran noticia para la vida de muchos venezolanos y todas aquellas personas que aman la libertad, fue una muy dura campaña en favor del NO, sobre todo los jovenes universitarios que por lo menos despertaron de las falacias del socialismo, jovenes que ya no se dejan manipular por un ente o un grupo de poder que se consideran dotados de superpoderes para manipular la vida detoda una nacion, si se tiene en cuenta que la patria potestad de los niños venezolanos pasaria a el estado (personificado en Chavez) eso era uno de los puntos en ese referendum



este hecho historico para venezulea marca un hito de la lucha contra los tiranos que pretenden engañar a las personas, esta eleccion del No define la inviabilidad del socialismo, y yo me pregunto ¿si en venezuela todo es prosperiad (como dice chavez) por que no toda la poblacion voto por el SI??




...pero este hecho no solo tendra efectos en venezuela, sino tambien en nuestra ciudad-Iquitos, y en todos los lugares donde existan marionetas de chavez

aqui en loreto hay sedes del "alba" que estan manejados por rojos mercantilistas (hasta ya perdieron credibilidad) si bien la ayuda "humanitaria" es buena venga de quien venga, no se puede negar el fin de todo esa "ayuda", estan operando cegueras par cegarlos!!!! ahora estaran buscando otra gallina de huevos de oro, ya que este es el primer paso para la caida de Chavez (lo cual no quiere decir que se queden con las manos cruzadas) y para que ya no reciban dinero de su "titeretero", ahora con mas razon que nunca el pueblo Venezolano le dijo a chavez : "POR QUE NO TE CALLAS"

http://farm3.static.flickr.com/2023/1805232726_5ab4e76952.jpg